Agua de mar, de cascada, de cenote y de manantial. Todas fuentes naturales, sumamente nutritivas y terapéuticas para nuestra salud.

Una de mis terapias favoritas es combinar los baños de sol (helioterapia) con los baños en el agua de mar (talasoterapia). Estas prácticas me han beneficiado tanto física como mental y emocionalmente. Las acostumbro desde hace varios años, incluso en invierno, y las disfruto mucho.

Al caminar descalzos por la playa (al igual que en pasto) HACEMOS TIERRA, esto significa que hacemos contacto con la energía eléctrica de la tierra de la cual nos hemos desconectado por el uso constante de zapatos y tanto asfalto. Nos ayuda a liberar estrés, a recobrar el equilibrio mejorando nuestra oxigenación, frecuencia respiratoria y ritmo cardíaco, mejora la circulación sanguínea, nos ayuda a desinflamarnos, entre otros beneficios.

El vivir desconectados de la naturaleza aunado a malos hábitos contribuye a la inflamación y a desarrollar enfermedades crónico-degenerativas. Al caminar descalzos por la playa y hacer tierra nos llenamos de iones negativos que absorbemos por la piel y respiración, ellos mejoran nuestros niveles de serotonina, posee efecto antimicrobiano, ayudan a regular la tensión arterial y purificar la sangre. Además de estar respirando aire puro y oxigenar adecuadamente nuestro organismo. Nada como hacer respiraciones profundas frente al mar.

Al recibir el SOL nos servimos de nuestra principal fuente de vitamina D, además fortalece los huesos, mejora nuestro metabolismo y la piel, estimula nuestras defensas. Obviamente hay que tomarlo de la manera adecuada en tiempo y forma.

Y al sumergirnos en el agua de mar nos revitaliza, estimula todo nuestro organismo, mejora problemas de circulación y drenaje linfático, eliminamos toxinas, reafirma la piel, fortalece el sistema inmune, ayuda a remineralizarnos, limpia los ojos por lo que contribuye a la salud ocular, mejora nuestro ánimo, etc. Y por si fuera poco podemos beber el agua de mar (en la dilución correcta) que nos provee de todos los minerales que necesitamos, revitaliza nuestras células, alcaliniza y nos ayuda a liberar toxinas.

Prácticamente son los mismos beneficios de bañarse también en los cenotes, manantiales y cascadas, todas fortalecen y estimulan favorablemente nuestro organismo.

Un cuerpo acostumbrado a llevar un estilo de vida saludable reacciona de manera más rápida que un cuerpo con mucha carga tóxica acumulada, sin embargo con la estrategia adecuada todos pueden beneficiarse de los recursos naturales.

En la naturaleza encontramos todo lo que necesitamos para fortalecer nuestro sistema inmune, nutrirnos y sanarnos, es nuestra decisión aprovecharlo.