Respiración y gestión emocional

Psic. Valeria Golarte

Junio, 2023

La tensión y relajación son dos aspectos propios y necesarios en el ser humano. Requerimos cierto nivel de tensión para funcionar, incluso nos motiva a actuar para llevar a cabo nuestros propósitos de vida. No obstante, cuando se acumula la tensión sin contrarrestarse con los estados de relajación se rompe el equilibrio y es cuando se torna nocivo para la salud.

 

La respiración es la función biológica por la cual obtenemos el oxígeno necesario para que nuestro organismo pueda realizar todas las funciones vitales. Así mismo expulsa bióxido de carbono como desecho metabólico. Es una función que nuestro organismo realiza en automático, por lo tanto pocas veces nos hacemos conscientes de ella. Sin embargo, practicar ejercicios de respiración consciente resulta de gran beneficio para nuestra salud tanto física como mental.

Cuando le permitimos a nuestro cuerpo recibir oxígeno de manera pausada se activa el sistema nervioso parasimpático, quien es el encargado de regular la relajación, lo contrario al sistema nervioso simpático quien es el que nos pone en alerta cuando se presenta alguna amenaza. Resulta más fácil para nuestros músculos liberar tensión, calmar la mente y por ende tenemos mayor capacidad de elección respecto a como manejar nuestra emocionalidad. Si nos sentimos ofuscados por nuestras emociones siempre podemos recurrir a la respiración como una aliada que nos apoya a regularlas.

Un ejercicio muy útil es hacer una pausa en cualquier momento que lo necesitemos para estar a solas con nosotros mismos, sentarnos o acostarnos cómodamente y comenzar a respirar profundamente. Inhalamos en 5 tiempos, retenemos el aire en 5 tiempos y exhalamos también en 5. Conforme nos vamos relajando nos vamos haciendo conscientes de cada parte de nuestro cuerpo, de abajo hacia arriba. Dedicamos unos segundos a cada parte para prestar atención a como se siente, si detectamos tensión hacemos la respiración de los 5-5-5 tiempos para liberarla. Así sucesivamente hasta llegar a la cara. En total puede durar de 5 a 10 minutos.

 

Una vez que terminamos el recorrido comenzamos a mover y estirar lentamente el cuerpo y nos disponemos a dormir si es de noche o a continuar con nuestras actividades si es de día. Podemos dedicar unos minutos a observar nuestros pensamientos y nos daremos cuenta de que podemos pensar más claramente respecto a aquello que nos hacía sentir ofuscados. Podemos tomar anotaciones de lo que pensábamos y sentíamos tanto antes como después del ejercicio.

 

Con la práctica habitual nos daremos cuenta que podemos mantener un estado de mayor calma y ecuanimidad por más tiempo, incluso a pesar de las desventuras. Esto no quiere decir que no nos sintamos mal, sino que manejamos mejor lo que sentimos en vez de dejarnos llevar por ello. Y si nos salimos de nuestro centro podremos regresar a él con menor dificultad.

 

No podemos controlar muchas de las cosas que nos suceden, pero siempre podemos poner distancia, hacer una pausa para practicar la respiración consciente, abrazarnos a nosotros mismos e ir dominando el arte de aprender a gestionarnos mental y emocionalmente frente a la cotidianidad de la vida, aunque a veces sea adversa.

Cultivando conciencia para que florezca tu versión más sana y libre.

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